Sunday, November 21, 2010

Danilo Anderson, justicia e impunidad

Al pie del bloque 14 de Monte Piedad, la noche de la Plaza Alí Primera se siente como la noche de una plaza de pueblo. Al suroeste, paralelas a un bloque de 4 pisos, han sido dispuestas seis mesas de ajedrez. Seis niños juegan una partida simultánea con Luis Casadiego, miembro del Comité Cultural Alí Primera. En el sencillo escenario un músico aclara la voz. Alguien dice: –está sabroso este frío. Las luces verdes, rojas y amarillas –y la algarabía festiva de los niños– nos recuerdan que la Navidad está cerca.

La Navidad celebra la esperanza: la certeza de que el día más oscuro del año será, precisamente, el día en que renacerá la luz. Esta noche la comunidad conmemora que han pasado 6 años desde que murió Danilo Anderson.

–Recordar a Danilo es luchar contra la impunidad, me dice Luis.

Minutos más tarde comienza la música. Un verso de una canción resume el por qué estamos aquí: “un paso adelante de la justicia nos cuesta un hombre”...

“¿Y no es buscar justicia el núcleo primordial de una revolución?”, pienso.

En el trayecto que lo llevó del liceo Guzmán Blanco a la Escuela de Derecho y luego al Ministerio Público, Danilo Anderson aprendió la fuerza del Derecho como instrumento de civilización.

Como Fiscal le hizo honor a esta fuerza. Su actuación reflejó, sin cortapisas, el principio de la igualdad ante la ley. Ricos y pobres fueron convocados al Ministerio Público a responder por sus actos.

Danilo no cedió ante amenazas y presiones. Esto le costó la vida. Ya muerto hay quienes buscan abrirle más heridas, esta vez morales.

Quizás Danilo sobrestimó la fuerza del Derecho en un país en el que las relaciones de poder, primitivas, no han sido todavía temperadas por la civilización. Pero el camino que transitó es el correcto: sin Derecho no hay justicia.

Quienes asesinaron a Danilo quisieron asesinar, con él, nuestra esperanza de justicia.

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