Thursday, September 08, 2016

Hidrocapital

Carta abierta
Ciudadanos
Evelyn Vásquez, Presidenta de Hidrocapital
Wilmer Mora, Gerente del Acueducto Metropolitano
Belkys Caicaguare, Responsable del Area 5

Me dirijo a ustedes, presuntos responsables del servicio de agua potable en El Hatillo, en concordancia con mis intereses económicos y sociales como usuario de tal servicio.

En mi casa tenemos más de una semana sin agua.

Esta brutal negligencia, señores, constituye un acto de violencia física y psicológica —y a mis 64 años de vida útil y productiva una humillación absolutamente inaceptable. Hiedo, tengo la piel pegajosa y el pelo empegostado —me pican los ojos. Doy gracias a Dios porque anoche llovió y pudimos recoger unos baldes de agua del techo para echarle a las pocetas y disminuir un poco el olor a excusado de carretera que nos perseguía a mí y a mi familia por toda la casa.

He llamado por supuesto al servicio de reclamos de Hidrocapital. Cada día nos dan como respuesta una excusa distinta.

—Hay un problema en el Tuy II.

—Ya se restableció el servicio, las tuberías se están recuperando.

—Tendrán servicio mañana.

Con desfachatez absoluta se nos irrespeta, se nos veja con mentiras, tras mentira, tras mentiras.

Hidrocapital admite la verdad: que no nos está suministrando agua durante los tres días pautados en el rimbombante “Plan de Abastecimiento de Agua Potable”. Sin embargo, taimadamente justifica esta negligencia aduciendo que tal plan de Abastecimiento —no de Racionamiento, ni lo quiera Dios— no les obliga a proveernos de agua. Esta nos llegaría si y solo si se dieren las “condiciones operativas”, queriendo decir si y solo si ustedes, presuntos ingenieros de Hidrocapital, fueren capaces de garantizar el adecuado funcionamiento de las estaciones de bombeo pertinentes.

“Si nosotros no podemos cumplir nuestra responsabilidad”, se me dijo literalmente, ¡usted deberá esperar!

En un Estado funcional, ya los responsables de esta barbaridad estarían tras las rejas, o cuando menos reducidos a limpiar parabrisas detrás un semáforo, execrados para siempre de toda función profesional.

Trágicamente, en Venezuela este no es más que otro síntoma del sadismo psicopático típico de los ineptos irresponsables ignorantes que en su afán de expoliar los recursos de la Nación nos han arrastrado al colapso social.