Sunday, November 19, 2006

Los bonos de trueque y el valor del trabajo

En un viaje familiar, cuando nuestros hijos eran niños, nos detuvimos en una bomba de gasolina en el páramo de Mucuchíes. Fuimos a una bodega cercana a comprar chocolates. La atendía un campesino de unos sesenta años, protegido del aire helado por un sombrero y un suéter de lana negra. Le pagué y esperé el vuelto. Sufría de mal de Parkinson y buscaba con dificultad el cambio en el bolsillo del pantalón. Eran sólo unas pocas monedas, así que le dije: "déjelo así maestro." Me miró con firmeza y me respondió: "yo creo que mejor no, a mi me gusta mi platica, pero me gusta ganármela a pulsito." La suya fue la más contundente lección de dignidad que he recibido.

Sin ética de trabajo es muy difícil generar condiciones materiales aceptables para todos. Y en nuestro país es raro que se asocie el dinero con el esfuerzo. Pero también es difícil valorar el trabajo cuando se es abiertamente explotado, o cuando se está marginado del sistema económico.

El Presidente Chávez ha anunciado un programa para promover la creación de "bonos de trueque." ¿Qué significa esto?

En su forma más simple, el comercio es un canje de bienes. Digamos que el hijo de un mecánico de automóviles necesita clases de matemáticas. Un profesor podría suministrar estas clases a cambio de que le reparen su automóvil. ¿Pero que pasa si el profesor no tiene automóvil, pero si necesita un corte de pelo? Si el mecánico es amigo de un barbero, podría entregar una nota a cambio de las clases: "barbero córtale el pelo al profesor y yo te arreglo el carro." En esta economía de sólo tres personas, esta nota constituye un bono de trueque. En la práctica, por supuesto, los bonos se vuelven útiles cuando un grupo relativamente grande de personas se pone de acuerdo para aceptarlos y compartirlos. El dinero formal que utilizamos cotidianamente es un bono de trueque, aceptado por la comunidad que conforma un país.

Un problema con el dinero formal es que con el tiempo su carácter de medio de intercambio se olvida. Adquiere valor sicológico en sí mismo. Quien lo tiene, lo usa para tener más. Y quien no lo tiene es considerado como socialmente inferior. Peor aún, quien no lo tiene queda al margen del sistema económico. Y por mucho que se esfuerce no puede atender sus necesidades materiales.

Los bonos de trueque cumplen al menos dos funciones importantes: permiten la actividad productiva de personas cuyo acceso al dinero formal es limitado; y reafirman que el valor esencial que mueve la economía es el trabajo. También nos recuerdan que en última instancia el dinero es un instrumento de intercambio de la labor de la gente.

Se ha tratado de ridiculizar este experimento económico calificándolo como primitivo. La realidad es que los bonos de trueque son utilizados por grandes compañias, por el comercio internacional, por el comercio electrónico. El lector o lectora interesado puede corroborar esto con una búsqueda en Google.

Por otro lado, en el programa de bonos de trueque se va a invertir sólo un 0,5% de nuestro Producto Interno Bruto. Esta muy modesta inversión no conlleva un riesgo significativo.

¿Tendrá éxito este experimento? Los hechos nos darán una respuesta. En todo caso, vale la pena apostar al trabajo de nuestra gente.

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