Sentimiento e intelecto son funciones sicológicas en relación dialéctica, en última instancia inseparables. Al lado del más frío cálculo, sea político, físico o económico, está siempre un sentimiento que lo impulsa. No sorprende entonces que el Libertador, en su discurso de 1819 en Angostura, se haya referido 11 veces a la felicidad, 6 veces al amor, 6 a la sabiduría y 6 a la razón. Sin embargo, por simplicidad metodológica es en ocasiones útil considerar intelecto y sentimiento como categorías separadas. Sucede así en las argumentaciones económicas, en las que las motivaciones de la conducta humana son esquematizadas y reducidas a conceptos simples, como la búsqueda de la utilidad marginal o la lucha por el control de los medios de producción. Pero en un análisis profundo es necesaria la síntesis de estas categorías. Es así entonces que en las últimas décadas el sentimiento de felicidad esta siendo incorporado como variable en las teorías económicas.
"El dinero no hace la felicidad, pero como la ayuda," nos dice un conocido refrán. ¿Cuán cierto es esto? Para establecer el nivel de felicidad se han desarrollado instrumentos que intentan cuantificar cuan feliz se percibe a sí misma una persona en una población determinada. Cuando se correlaciona este nivel subjetivo de felicidad con el nivel de ingresos, se encuentra que, ciertamente, un poco de dinero ayuda en algo a la felicidad personal. Pero esta no es toda la historia. Eventos normales de la vida, como casarse, tienen más impacto en el bienestar de las personas que duplicar su ingreso, por ejemplo. La felicidad de las naciones no parece aumentar cuando aumenta su nivel de ingreso. Pero la desigualdad en el ingreso si tiende a disminuir el bienestar general de una nación.
¿Cuan felices somos los venezolanos? Adrian G. White, profesor de la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, publicó el año pasado el artículo "A Global Projection of Subjective Well-being." En este artículo hay un mapa a colores que indica el nivel subjetivo de felicidad de los diversos países del mundo. El vino tinto marca los paises con mayor grado de felicidad subjetiva. Venezuela, por supuesto, es vino tinto. El nivel de felicidad de latinoamérica en general es similar al de Europa occidental y China. Cuba, tan feliz como Francia, supera de lejos a la desafortunada Rusia. Según la escala que aparece también en el artículo, el país mas feliz es Dinamarca. EEUU, con un PIB de $43.500 per capita ocupa el puesto 23. Pero Venezuela, con un humilde PIB de $7.200, viene pasando por dentro, ¡en el puesto 25! Las palabras que más mencionó el Libertador en su discurso de Angostura fueron libertad, gobierno, pueblo y Venezuela, ¡unas 50 veces cada una! La angustia central del Libertador era la necesidad de crear un gobierno digno de nuestra pasión colectiva. Casi dos siglos después nuestra tarea sigue siendo la misma.
¿Por qué, en medio de tanta adversidad, podemos ser felices los latinoamericanos? Esta es una pregunta seria que debe responderse con el rigor que amerita. Pero podemos especular que la solidaridad, que es parte de nuestra cultura originaria juega un papel importante. Cuando se da solidaridad, se le da al otro u otra lo que el sicólogo Ronald David Laing llamaba seguridad ontológica, la seguridad de ser. Pero también se recibe, en el acto de dar, seguridad ontológica del otro u otra. La solidaridad preserva la calidad del colectivo en el que transcurren nuestras vidas como individuos.
El muy cerebral Bertrand Russell dijo alguna vez: "La vida buena, como yo la concibo, es una vida feliz. No quiero con esto decir que si se es bueno se será feliz. Quiero decir que si se es feliz, se será bueno." En la última canción de los Beatles, hay una línea que dice: "al final, el amor que recibes, es igual al amor que das."
1 comment:
La felicidad es un lapso de tiempo, puede ser largo o corto pero no perenne, si ofreces felicidad a los tuyos incluyendo todos cuantos te rodean, luchando por tus ideales e igualdad, no solo para ti sino en armonia con el resto de los habitantes del planeta daras felicidad que te proporcionara tu propia dicha.
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