Los recuerdos están en la mente de cada uno de nosotros. También están en las montañas que hemos conocido, en libros de papel amarillento que el ácido lentamente desintegra, en los rostros de nuestra gente, en olores de la noche en la selva, en estatuas de bronce que todavía descansan en el fondo del Tíber y ahora, en secuencias de números que encapsulan imágenes que nacen del efecto de la luz sobre los electrones en las interfaces de un charged coupled device.
La vida cuelga en un entorno infinitesimal en el que los recuerdos, la percepción del ahora y las expectativas del futuro se encuentran en el generar la acción. Se encuentran –y se modifican mutuamente. Recordar cambia los recuerdos.
En la medida en que la memoria está en nosotros y fuera de nosotros, nuestra vida y sus recuerdos no nos pertenecen: life flows on within you and without you dice la canción.
Las fotos de abajo fueron tomadas en el 2006 con una Canon Coolpix 3200, una cámara de consumo popular cuya resolución es de apenas un tercio la de un modelo equivalente en este momento. El Gimp, un programa de manipulación de imágenes, nos ha permitido recrearlas ahora. Y recrear así la Roma que vivimos entonces.
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