La corrupción lleva a Venezuela al borde del colapso social
En Venezuela los contrincantes en la lucha política enmarcan sus acciones dentro de una presunta oposición ideológica entre una izquierda socialista y una derecha capitalista. La verdad es que socialismo y capitalismo son conceptos de escasa relevancia a la práctica social venezolana.La verdadera lucha que se libra en Venezuela es entre quienes se lucran de la corrupción y quienes quisiéramos construir un país fértil para la vida creativa.
La corrupción está ganando, desde hace muchas décadas. Es tal su avance que Venezuela exhibe síntomas claros de lo que los pensadores sociales llaman colapso social, un proceso en el cual un grupo humano pierde su viabilidad como sociedad organizada.
Es posible, por otra parte, que el país esté reaccionando —que una suerte de respuesta inmune se esté activando en el organismo social.
Voceros afectos al gobierno no sólo comienzan a aceptar la corrupción como un hecho —llaman a combatirla.
«(El tema de la corrupción) lo he abordado desde diversos ángulos, causas, consecuencias, etc. Sin un golpe sustantivo a este fenómeno, sus diversas redes que están infiltradas por todas partes, la victoria no sólo electoral sino política, es difícil. Quizás sea el factor más peligroso que acecha, seduce, traiciona, sabotea, desmoraliza, se alía con la derecha, empobrece, cultiva la ineficiencia y el burocratismo, lo distorsiona todo… No hay solución diferente que la transparencia, la destrucción y sanciones de las complicidades, el desenmascaramiento y el castigo sin piedad… Es como necesaria una acción de salud pública colectiva, Sin duda esta lucha animará la participación del pueblo en la campaña electoral.» —Julio Escalona
La preocupación por los resultados electorales es la motivación de este nuevo interés por la corrupción, podría decirse y seguramente es verdad. Pero esto es natural, las respuestas inmunes son las de organismos cuya supervivencia se ve amenazada.
Los universitarios, como el resto de los venezolanos, respiramos de cerca el aliento de la corrupción, cada vez más fétido, cada vez más tóxico. Nos corresponde, por aquello de la «contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales», rechazarla sin ambages, perseguirla en la medida de nuestras posibilidades.
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