Confrontación, Manipulación, Irresponsabilidad
Para comprender el concepto de constitución-como-función debemos clarificar la visión académica de los objetivos tradicionales de una constitución. Una idea central en este sentido es la limitación del poder del gobierno. Las constituciones generan un conjunto de principios inviolables y disposiciones específicas a los cuales deben ajustarse las leyes y las actividades gubernamentales. Esta función, llamada usualmente constitucionalismo, es vital para el funcionamiento de la democracia. En ausencia de un compromiso con una ley superior, el estado puede funcionar para el beneficio a corto plazo de quienes circunstancialmente detentan el poder o la mayoría. Quienes estén fuera del poder pueden llegar a percibirse sin protección alguna, y como consecuencia usar con mayor probabilidad medios extra-constitucionales para adquirir poder. Al limitar el alcance del gobierno y comprometer a los políticos a respetar ciertos límites, las constituciones hacen posible el gobierno.Convocar una asamblea constituyente en medio de la crisis que vive el país es una confrontación, una manipulación, una irresponsabilidad. Pretender refundar a conveniencia propia la República es una agresión a la abrumadora mayoría, un acto de confrontación mediante el cual el gobierno se delata dispuesto a lo que sea para mantenerse en el poder. La convocatoria es una manipulación política: si la oposición no participa será acusada de rehusar un camino formalmente legal, y si la oposición participa convalidará un juego que el gobierno ha amañado para que le sea imposible perderlo. Es una irresponsabilidad, en medio del hambre, la escasez y la violencia que vivimos, desestabilizar aún más las instituciones y profundizar el desorden social.
Si al gobierno en realidad le importase la integridad de la República aceptaría las reglas del juego democrático, cesaría de violentar los límites impuestos por la constitución y asumiría el costo político de implementar políticas racionales y eficaces para al menos detener la debacle económica.
¿Pero le importa realmente al gobierno el bienestar de los venezolanos? A estas alturas del juego lo dudo, aunque quisiera equivocarme. En todo caso si quienes conforman el gobierno no cesan de actuar de acuerdo a sus intereses personales, si no asumen con seriedad su responsabilidad de administrar el país, que Dios salve a la República.
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