Cuando Neruda escribe tu pequeño cadáver de capitán valiente/ ha extendido en lo inmenso su metálica forma, evoca lo humilde, sagrado, sublime, expansivo, infinito. No habla en forma literal. Se refiere a Bolívar en una metáfora que invoca el arquetipo del guerrero invencible. La América de Bolívar es inmortal, nos dice.
Si a la emergencia de un hospital entra un herido de bala, rojo de sangre, la doctora de guardia ordena "¡ponle dos vías y ringer a chorros!" Su lenguaje es categórico, demanda una acción necesaria para compensar la pérdida de fluídos, estabilizar al paciente y ganar tiempo para salvarle la vida.
Todo acto de comunicación es una mezcla de lógica y metáfora. Lo metafórico apela a los símbolos del inconsciente. Predomina en los sueños, la imaginación creativa, la expresión artística. Lo lógico reposa sobre lo categórico. Es la herramienta de la economía, la planificación, lo tecnológico.
El discurso político debe ser un balance de lógica y metáfora. Para construir la identidad colectiva y las aspiraciones comunes el lenguaje metafórico es crucial. Y es el brillante uso de la metáfora lo que nos ha hecho cambiar nuestra percepción de nosotros mismos: nos asumimos ahora capaces de dirigir nuestro destino; tenemos ante el mundo una postura asertiva; enfrentamos a los poderosos con dignidad.
Si queremos preservar lo ganado, si queremos que nuestra actitud se exprese en lo concreto, tenemos que darle coherencia al trabajo colectivo. La política no es sólo para convencer y ganar adeptos. La política es también administración, es política pública. Es la ciencia y el oficio de resolver nuestros problemas específicos: tráfico, vivienda, agua, seguridad, transporte, energía eléctrica, educación de alto nivel, alimentación y salud. Es usar la lógica para comprender la realidad y estructurar la acción.
No lo olvidemos.
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