Cuando la violencia es centro de la vida
Los seres humanos nos debatimos entre entre el instinto de protegernos mutuamente y el instinto de ver al Otro como presa: el instinto de la rapiña.
En Venezuela, como nunca antes desde que tengo uso de memoria, la rapacidad domina las instituciones públicas y privadas, y la calle.
Quedan espacios para la cooperación: sobre todo a nivel de algunas familias que se niegan a perder su capacidad de amar, a reducir su intersubjetividad a la dinámica del perro come perro.
¿Hay esperanza?
Siempre la hay, aunque hoy brille como una débil candela a merced del huracán, aunque vivamos en la era de la rapiña.
En Venezuela, como nunca antes desde que tengo uso de memoria, la rapacidad domina las instituciones públicas y privadas, y la calle.
Quedan espacios para la cooperación: sobre todo a nivel de algunas familias que se niegan a perder su capacidad de amar, a reducir su intersubjetividad a la dinámica del perro come perro.
¿Hay esperanza?
Siempre la hay, aunque hoy brille como una débil candela a merced del huracán, aunque vivamos en la era de la rapiña.
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