En ausencia de diseño urbano.
Santiago Ramón y Cajal vive sus veintitantos en El Hatillo. Trabaja en el centro de Caracas. Se levanta de madrugada y contempla el duro día que le espera. Respira hondo, hojea por unos minutos las Meditaciones de Marco Aurelio y sale al estacionamiento. Si todavía no se ha armado la cola es posible que llegue en una hora a Carmelitas. Si la cola ya comenzó tardará hasta 3 horas.Antonio Padrón se levanta oscuro en los Frailes de Catia. En la calle rondan los malandros. Se persigna, sale y busca la protección de otros vecinos que también van a trabajar. Con suerte llegará a El Hatillo en 2 horas. Para ganar 150 bolívares fuertes haciendo un jardín.
"¿Por qué hay tanta cola en Caracas?" pregunté a un sargento de tránsito en El Hatillo. "Por el caos urbanístico. Se construyen desarrollos sin hacer primero la vialidad." Tiene razón, las vías no dan más—y sin un sistema de transporte seguro y eficaz, un vehículo particular es una necesidad. Es así que las calles se llenan de carros.
Al exceso de vehículos, al transporte público inadecuado y al colapso del sistema vial se agrega otro problema: el abuso de muchos conductores, que manejan con infantil desprecio por los derechos del otro. Este abuso se agrava por la parálisis de las autoridades competentes.
Veamos un ejemplo.
Al lado de la intercomunal Guarenas-Guatire hay un Centro Comercial en cuyo acceso se forma una gigantesca cola, que a veces ocupa todos los canales. Si usted va a Oriente puede perder hasta media hora de viaje, cortesía del "Shopping Mall". ¿Nadie garantiza el libre tránsito en esta vía Nacional?
El caraqueño promedio pasa media jornada en las colas. Esto quiere decir que el tráfico cercena la mitad de la capacidad productiva de Caracas: que el tráfico es un enemigo que socava el poder del trabajo.
Detener el abuso en el tránsito debería estar en la agenda del nuevo Gabinete para el sector transporte.
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